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oraciones catolicas de liberacion y sanacion

Destruye en mí todas las consecuencias de mis pecados y de los pecados de mis antepasados que se manifiestan en mis reacciones, decisiones, temperamento, palabras, vicios. Libera Señor, toda mi descendencia de la herencia de pecado y rebeldía contra las cosas de Dios que yo mismo le transmití. Lávame en la preciosa Sangre de Jesús, purifica mi ser, quiebra toda la dureza de mi corazón, destroza todas las barreras de resentimiento, dolor, rencor, egoísmo, maldad, orgullo, soberbia, falta de tolerancia, prejuicios e incredulidad que hay en mí. Y, en el poder de Jesucristo resucitado, ¡libérame, Señor!

Que por intercesión de la Inmaculada Concepción de María nos concedas la sanación a partir del instante de nuestra concepción, la de mis antepasados y la de mi descendencia. Te solicito perdón en su nombre por haberse burlado o renegado de los sacramentos de la Santa Iglesia, siendo bautizados, o por insultos y negaciones hechos a Tu Santa Trinidad, te pido perdón por toda infidelidad y desconfianza hacia ti. Pido perdón en su nombre por los daños que mis ancestros causaron a la familia, al matrimonio, a la sociedad, a Tu creación.

Oracion De Sanacion

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Me envuelvo actualmente en una fuerza poderosa, la invocación de la Trinidad, la fe en las Tres Personas, la confesión de la unidad del Creador del Cosmos. Cristo conmigo, Cristo delante de mi, Cristo tras mi, Cristo en mi, Cristo bajo mi, Cristo sobre mi, Cristo a mi derecha, Cristo a mi izquierda, Cristo en torno a mi. Cristo en la anchura, Cristo en la longitud, Cristo en la altura, Cristo en la hondura de mi corazón.

Oraciones De Sanación Y Liberación

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Fuente de todo consuelo, amable huésped del alma, paz en las horas de desafío. Ven ya, padre de los pobres, luz que penetra en las almas, dador de todos y cada uno de los dones. Gracias por cada día velar por mi precaución y el de mi familia.

Te entrego, Señor mío, todo, absolutamente todo cuanto tengo y todo cuanto soy. Confío en Ti, confío en tu amor, sé que solo Tú me puedes dar lo que nadie me puede ofrecer.

Espíritu Santurrón de Dios recibe la consagración perfecta y absoluta de mi ser, dígnate ser de ahora en adelante mi Director, mi Luz, mi Guía, mi Fuerza y todo el cariño de mi corazón. Padre Beato, te lo suplico, sana mi vida, toda mi historia personal, perdóname, ayúdame, libérame, bendíceme. Renuncio a toda limpia con huevo, hierbas, ungüentos, vino, sangre o fuego.

una oración de sanación no solo se refiere al plano de la salud cuando hablamos de enfermedad, sino también podemos pedir sanar el alma en sí, o el entorno de un ámbito, como por servirnos de un ejemplo, la vivienda, el trabajo, etcétera. poder de la oración para la sanación u otro fundamento, aparece su efecto en cualquier sitio y en algún situación, en el momento en que esta se hace con fe; que no es más la certeza y la plena convicción de lo que se estima recibir a través de una súplica que nace desde el corazón. Existen momentos en nuestras vidas en los que un consejo o un abrazo no alcanzan, por consiguiente, acudimos al encuentro con la intención divina y la oración para sobrepasar aquellas adversidades a las que fuimos expuestos.

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Sello mi economía, a fin de que se derrame abundantemente tu Providencia en mi vida. Sello mis deudas para que el devorador huya y desaparezcan. Invoco tu Sangre hermosa sobre mi boca y sello mis expresiones a fin de que sean solo bendición. Concede a esos que ponen en ti su fe y su seguridad tus siete sagrados dones. Lava nuestras inmundicias, fecunda nuestros desiertos y cura nuestras heridas.

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• Tu voz imperiosa serenaba a las tempestades, sanaba a los enfermos y resucitaba a los muertos como a Lázaro y al hijo de la viuda de Nahím.
• Impide que los malos deseos de mis enemigos se hagan situación, pues mi alma es pura, pero la debilidad siempre y en todo momento procura seducirme.

Tu Sangre me bañe, tu manto me cubra, tu mano me bendiga, tu Poder me oculte, tu Cruz me defienda, y sea mi escudo en la vida y en la hora de mi muerte. abriste las prisiones a Pedro y lo sacaste de ellas sin ser visto por la guarda de Herodes; salvaste a Dimas y perdonaste a la infiel. Te suplico, Justo Juez, me liberes de mis enemigos, visibles e invisibles. Señor Jesucristo, Dios de vivos y muertos, Eterno Sol de Justicia, encarnado en el casto vientre de la Virgen María, por la salud del linaje humano, Justo Juez, Constructor del Cielo y de la Tierra, y muerto en la Cruz por mi amor.

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